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5/9/09

Orgía con la esposa de un amigo (02)

Nuestro amigo Charli intentó pasarse de vivo y sin querer, nos facilitó la situación para darle una nueva ración de placer a su hermosa esposa.


Día sábado en la mañana. Habían transcurrido dos semanas desde la orgía que nos montamos entre el Niga, George y yo con Kika la esposa de Charli. Aunque pactamos no comentárselo a ninguna persona, aquella orgía (relato: “Orgía con la esposa de un amigo”) era nuestro íntimo tema de conversación casi a diario. Yo por mi parte imaginaba cualquier alocado motivo que sirviese de excusa para contactarla sin levantar sospechas, pero eran sólo eso, ideas, imaginaciones.

Sin embargo, el reencuentro se originó solito, sin forzarlo, e irónicamente, orquestado por nuestro querido amigo Charli. Resulta que la feliz pareja había comprado a crédito un mueble sofá-cama, y recién concluían de pagar el último giro, ya solo restaba ir a buscarlo a la tienda.

Charli nos pidió que le ayudásemos no sólo a transportar el mueble de la tienda a su edificio, también a subirlo hasta su apartamento en el piso trece, y por las escaleras ya que el ascensor está dañado. Casi que nuestro amigo nos suplica de rodillas, hasta nos prometió compensarnos con una caja de cerveza.

Varias cosas nos motivaron al George y a mí. Por un lado tomarnos unas birras sin ningún costo económico. Segundo el cargo de conciencia que teníamos de habernos raspado a su mujer.. Sentíamos que le debíamos algo. Y tercero… la oportunidad de vernos nuevamente con Kika y quién sabe…

Casi es mediodía y vamos en el auto cargando con el sofá-cama. George va adelante conduciendo con Charli de copiloto, yo sentado en el puesto de atrás me encargaba de sacar unas cuantas cervezas de la cava que siempre llevamos de reserva. Por el retrovisor podía notar los ojos diabólicos del George, con su mirada me indicaba que le diera bastante cerveza a Charli, quizás se ponía borracho como la última vez, jiji.

Llegamos al edificio y, lamentablemente para nosotros, Charli se notaba bastante sobrio, ni siquiera estaba tomado, rayos. Comenzamos entonces a subir el mueble piso por piso. Charli por su pequeña estatura cargaba la primera parte y George y yo desde atrás empujando hacia arriba.

Piso cuatro, y ya estábamos sudando bello. Al llegar al quinto piso nos detuvimos un momento a descansar, y entonces, apareció Kika. La siempre amable esposa de Charli bajó desde el piso trece para darnos unas cervezas. Apenas estaba vestida con una camiseta ajustada blanca (pude notar que no llevaba sujetador), unos pantaloncillos cortos (muy cortos) de color rojo y unos zapatos converse de corte bajo. El cabello largo separado en dos colas que le daban un aire colegial. Nada más de verla tuve una erección.

- Hola chicos! ¿Cómo están? - dijo Kika mientras nos pasaba las cervezas y daba un beso a su esposo - gracias de verdad por este favor.

- Tranquila Kika, no es ningún problema - dije mirando disimuladamente como se le dibujaban los pezones bajo la camiseta.

- Sabes que siempre estamos a la orden - Recalcó George mientras se empinaba la cerveza.

- Y el Niga no está con Uds.? - Preguntó Kika. Al parecer le gustó tener la morcilla de nuestro negro amigo Niga enterrada en su chocho.

- No pudo venir, tenía asuntos pendientes - respondió George. Los asuntos pendientes de Niga eran dormir hasta mediodía.

- Y tu como estás papi? - le preguntó Kika a su esposo.

- Bien mi amor. Aunque preocupado, sabes que dejé trabajo pendiente - respondió Charli, soltando la indirecta.

George y yo nos miramos y ambos pensamos lo mismo. Charli tenía la fama de ser muy flojo y siempre evadir el esfuerzo físico, obviamente aquello de subir un mueble trece pisos no era de su agrado, y seguramente se estaba inventando aquello de trabajo para zafarse y dejarnos a George y a mí como dos idiotas cargándole el sofá.

- Papi pero no pretenderás que George y Sati carguen solos con el mueble - dijo Kika.

- Pana, si es muy urgente ve a tu trabajo que el Sati y yo lo terminamos de subir - dijo George, obviamente pensando en meter la verga otra vez en aquel hermoso culo.

- Si Charli, dale - asentí yo sin dejar de mirar las entrepiernas de Kika.

- No amigos, tranquilos, vamos a continuar subiendo el mueble - dijo Charli frustrándonos el plan.

Incluso Kika mostró cierto grado de desconcierto, pienso que en el fondo ella también estaba deseando quedarse a solas con nosotros dos. Lo cierto es que la esposa de nuestro amigo subió hasta su apartamento y nosotros continuamos la faena, bastante decepcionados.

Sin embargo, no habíamos subido dos pisos más cuando Charli leyó (o simuló leer) un mensaje de texto en su móvil.

- Muchachos, estoy apenado, pero debo irme, me llaman urgente de la oficina - dijo Charli tratando de poner expresión de pena, aunque se le veía demasiado falsa.

- Tranquilo pana, dale - dijo George aguantando la risa.

Charli bajó y nos dio un abrazo.

- Gracias amigos - dijo.

- Ok dale - dije yo.

Ya casi corriendo escaleras abajo el muy desgraciado se despidió.

- Gracias mis panas, trataré de resolver la situación rápido y regresaré con otra cajita de cervezas para compensarlos - gritó mientras desaparecía.

George y yo nos miramos, sonreímos, y con nuevas y renovadas fuerzas alzamos el mueble y lo subimos de un solo tirón hasta el piso trece. Sin exagerar creo que tardamos menos de minuto y medio por piso. Un nuevo record, jiji. Al llegar al apartamento de Charli, la puerta estaba abierta, Kika se disponía a bajar una nueva ronda de cervezas cuando George y yo entramos como una tromba con el mueble, casi tirándolo en medio de la sala.

- Oh chicos! wow! que velocidad! - dijo sorprendida - y Charli? - preguntó.

- Tu esposo tuvo que irse al trabajo - dijo George mientras se secaba el sudor de la frente.

- Oh! que contrariedad - dijo Kika sin poder ocultar la sonrisa. A la muy puta le brillaron los ojos.

Yo estaba sudando demasiado. Con descaro me quité la camisa y me acerqué a Kika.

- Vamos a dejarnos de rodeos y pendejadas - dije mientras la sujetaba por las caderas y la pegaba a mi cuerpo - tú sabes que te queremos revolcar otra vez.

Kika no pudo emitir palabra alguna, mi lengua ya había invadido su boca y mis manos activas le apretaban las nalgas. George rápidamente cerró la puerta del apartamento y comenzó a desnudarse. Kika con sus manos intentaba separarse de mí, pero su lengua juguetona no daba indicios de querer separarse de la mía, por el contrario, pedía más y más.

George, ya completamente desnudo, se colocó detrás de esposa de nuestro amigo y de un solo tirón le bajó los pantaloncillos rojos, dejando a la vista una pantaletita de hilo blanco que se perdía entre sus nalgas preciosas.

Que vaina más rica!! - gritó George mientras la sujetaba por las caderas y restregaba su miembro erecto contra las nalgotas.

Kika giró un poco la cabeza, dejando mi boca y buscando la de George, mi amigo no despreció aquello y comenzó a darse banquete con aquella lengua hambrienta. Yo aproveché y la subí la camiseta blanca, dejando al descubierto aquel par de tetas divinas, sin perder un segundo comencé a masajearlas y chuparlas con fuerza. Los gemidos comenzaron a escucharse en la habitación.

Me separé unos segundos para terminar de quitarme la ropa. George separó las piernas de Kika, con su mano en la espalda de la hembra la hizo inclinarse hacia adelante logrando que alzara el pompis, él se agachó y con una mano le apartó el hilo de la pantaleta, comenzó a chuparle la concha ruidosamente.

Yo, ahora sin ropa que me incomodara, me coloqué frente a ella, la ayudé a quitarse la camiseta, y sin preguntarle nada le puse la verga entre los labios. Ella no se inmutó y enseguida lo engulló. Primero lo ensalivaba lentamente, rodeando el glande con la lengua, después con más fuerza recorría todo el mástil de arriba abajo. Yo controlaba sus movimientos agarrándola por las dos colas del cabello. Por momentos intentaba zafarse para respirar mejor, pero yo la obligaba tirando con fuerza de su cabello hacia mí. Comencé a darle cada vez más duro, cogiéndola bien sabrosa por la boca.

Estaba tan concentrado en la mamada que apenas noté que el George se había incorporado y, de pie detrás de Kika, se escupía el miembro, preparándolo para la penetración. La esposa de Charli se tensó cuando sintió el guevo de George entrar en su vagina. Esta vez la deje respirar un poco.

- Hay coño! que rico!! - dijo excitada.

George se sujetó a las caderas y dio un nuevo empujón, enterrándole toda la verga hasta las pelotas.

- HAAAAA!!! - Gritó esta vez - Dame duro papi, dame duroooo!!!

George obedeció el pedido y comenzó a darle un mete-saca brutal. Sin parar ni un instante la verga entraba y salía con mucha fuerza, con tanta que por momentos Kika quedaba en el aire totalmente despegada del piso. Los Plas! Plas! del cuerpo de George rebotando contra aquellas nalgotas se confundían con sus alaridos.

- Haa... que... que divi... no - apenas podía hablar Kika - me.. me... partes en dos cabronnnn!!!

- Ya estás hablando demasiado - dije yo con burlonamente, al tiempo que le metía nuevamente la pinga entre los labios.

Vista la violencia de la cogida que le estaba dando mi amigo a Kika, a mi no me quedó más remedio que unirme a la intensidad, y agarrándola por las colas del cabello, comencé a cogerle la boca con toda la fuerza que podía. Kika gemía y se retorcía de placer, mientras las lágrimas inundaban sus mejillas. Así estuvimos un buen rato dándole durísimo hasta que el George aceleró más el ritmo.

- Mierdaaa! voy acabar puta!! - gritó George mientras le daba más rápido y le azotaba las nalgas con sonoros manotazos.

Mi amigo se atenazó como un animal a las caderas de Kika y se descargó en su interior. los ríos de semen se escurrían entre los temblorosos labios vaginales. Kika a su vez tuvo un eletrificante orgasmo, el cual disfrutó aún con mi verga casi en su garganta.

Yo sentía ya las pelotas hinchadas y que estaba por acabar también, pero no quería hacerlo sin metérselo en el culo, así que intenté separarme, sin embargo, la muy puta no me lo permitió. George no había terminado de disfrutar su orgasmo, cuando Kika violentamente se separó de su miembro y se colocó de rodillas frente a mí, y con mucha violencia, comenzó a darme la gran mamada.

Con una mano me atenazaba por la nalga derecha, y con la otra me apretaba durísimo el miembro y subía y bajaba, dándome un pajazo de campeonato. Mientras me masturbaba violentamente Kika mantenía la cabeza de mi miembro atrapada entre sus labios, y todo eso mientras me miraba lujuriosamente.

- Pu... puta!! vas hacer qu... que... me venga - apenas podía hablar.

- Quiero tu leche en mi lengua papi - dijo mientras hacía una pausa para mordisquearme el guevo como si fuera una mazorca.

No pasaron sino unos segundos y ya me estaba chupando con fuerza otra vez. Esta vez se sujeto con ambas manos a mis caderas y con su boca y lengua a darme el más rudo de los placeres. Sus labios rozándome incansablemente, su lengua azotando implacable mis venas, la velocidad de su cabeza adelante y atrás y su mirada diabólica pegada a la mía fueron demasiado... Me aferré a sus hombros y dejé salir los largos chorros de esperma. Kika los recibió dentro de su boca dejando escapar algunos hilillos por los bordes, luego tomó el miembro por la base y se pasó el pene por la cara, dándole lamidas y embarrándose todo el rostro de esperma que aún brotaba de mi pene.

Después de aquello, los tres quedamos tumbados en el piso recostados del nuevo sofá- cama. El móvil de Kika comenzó a timbrar. Ella se levantó y se fue a contestar la llamada a la cocina.

- Verga, esta caraja es calentísima - comentó George.

- Tremenda diabla tiene Charli por esposa - dije yo aún con la mamada en la mente - que putaaaa!!.

Kika regresó de la cocina con tres cervezas. Nos dio una a cada una y la otra se la empinó rapidísimo y se tomó casi que la mitad de un solo golpe.

- Papis les tengo noticias - dijo Kika.

- Que será? - pregunté yo mientras me pasaba la botella por la frente.

- Charli acaba de llamar - dijo ella. - Me pidió que lo disculpara con Uds. tiene trabajo y regresará como a las seis de la tarde. Que si lo desean lo esperen aquí, que él va a comprar otra caja de cerveza.

- Eso quiere decir queeee... - dijo George mientras sonreía. Ya le adivinaba los pensamientos.

- Eso quiere decir que... - lo interrumpió Kika - que tengo toda la tarde para seguir dándome gusto con sus penes.

Dicho aquello, George y yo nos pusimos en pie, dispuestos a estrenar el recién comprado sofá-cama con el cuerpo de Kika.


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