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31/8/09

Video de una dominicana sexualota

La modelo dominicana Gipsy posa sexy para las cámaras. si te gustan las latinas grandotas con cara de sacar leches hardhard entonces dale play.



blogalaxia:

29/8/09

Video de un Latin Booty Erótico

Un hermoso y jugoso culo latino meneándose al ritmo de la music. Hmmm pero que ricos son los bootys. Dale play y disfruta.



28/8/09

Sexo Hard con la Sucia Susy

¿Qué les puedo decir de Susy?. Susy es una chica de 21 años de edad, bajita, aproximadamente mide un metro y cincuenta centímetros de estatura, es catirita con el cabello que le llega un poco mas debajo de los hombros, su piel es blanca pero con ese bronceado por el sol tan divino, tiene una cinturita pequeñita que hace destacar lo ancho de su cintura, con unas nalgas grandes y redondas, sus tetas operadas y perfectas recuerdan a las actrices porno, su carita de carajita malvada es excitante, trabaja como promotora de una conocida cerveza nacional en una licorería cercana a mi puesto de trabajo, es simpática con los clientes que le caen bien y antipática con los abusadores, y lo mas importante de todo… es una sucia.

Y cuando me refiero a que es una sucia, no es que no se baña o huele mal, me consta que es una caraja pulcra y aseada. Cuando digo que es una sucia es porque lo es en su manera de afrontar la vida y… el sexo. Susy no tiene pelos en la lengua y habla normalmente con vulgaridades. Además es una tipa caliente, le gusta excitar a los hombres, que le digan groserías y que la traten como una puta a la hora de la fornicación. ¿Qué como sé todo esto de Susy?. Se los contaré a continuación.

Como es costumbre los viernes en la tarde, ya desde temprano andabamos el George y yo en el carro, buscando con quien joder y tomarnos unos tragos. Eran las cuatro en punto cuando aparcamos cerca de la licorería a tomarnos unas birras.

Como siempre saludamos a Joao (el dueño del local) y enseguida nos fuimos al lado donde atendía Susy, atraídos por ese par de tetas tan jugosas. Nos saludo con su picardía que la caracterizaba, ya nos trataba como panitas de tantas veces que habíamos hablado allí. El buceo de rigor: Susy estaba medio vestida con el uniforme azul y blanco de la cervecería, un top que escotaba y destacaba sus prominentes senos y una minifalda que apenas podía ocultar su formidable trasero, las piernas se le veían especialmente eróticas, sostenidas por sus suelas Niké sin medias.

Becito para el George, becito para mí, y nos dio par de birras bien frías. Nos metimos en el auto a consumir la cerveza, ya que es política de la licorería no tomar dentro del local. Sin embargo ese sitio es conocido porque en toda esa calle se estacionan los autos y el gentío de las empresas y estudiantes de la universidad cercana se reúnen allí a alcoholizarse y joder.

Así estuvimos tomando birras como por una hora, llamando a los amiguetes a ver que salía. Sin embargo la mayoría ya estaba jodiendo por otros lados o estaban ocupados. George y yo compramos dos cervezas para el camino y nos fuimos a buscar al Charli. Lamentablemente a medio camino nos llamó para avisarnos que no podía porque debía hacer una diligencia con su esposa Kika. Y sí, la Kika de los relatos anteriores "orgía con la esposa de un amigo", jeje.

Ladillados, dimos una vuelta por la ciudad, ya eran las seis y media de la tarde, nos fuimos nuevamente a la licorería. Eso sí, ya la calle estaba full de autos y gente tomando birras, ron, whisky y con la música a todo dar. Apenas conseguimos donde estacionar al final de la calle, frente a un callejón a unos 30 metros de la licorería.

Bajamos la cava y le compramos al Joao una caja completa de cervezas. Mientras nos traían el pedido de curda y cigarros pudimos pillar una conversación de Susy, quien hablaba alterada con su novio por el móvil.

Susy:

Ya te dije que no estoy de ánimo coño!!. (pausa). Qué no chico!!. (pausa). No quiero!!. (pausa). Eso es lo que piensas tu. (pausa). Aja. (pausa). Aja. (pausa). Aja (pausa). ¿Sabes qué? Haz lo que te de la gana, que yo también haré lo que me de la gana con quien me de la gana!! IDIOTA!!.

Susy cortó la llamada y le faltó poco para estrellar el móvil contra el piso. George y yo aprovechamos para calmarla un poco.

- Mamita ¿qué te pasó? Deja el stress – le dije.

- Si vale. Tranquila amor – añadió el George.

- Hay disculpen papis, es que el imbécil de mi novio me hace reventar – respondió Susy tomando aire.

- Te tiene ladillada? – pregunté mirándole los pezones que se le marcaban debajo del top.

- Demasiado ladillada. Todo el tiempo quiere que salgamos con sus amigos que son mas idiotas que él – nos dijo – No entiende que yo hoy quiero joder y joder bien. Me quiero caer a curda hasta perder el conocimiento. Jaja.

Ese comentario y su risita sádica al final de la frase casi nos paró las pingas a mí y al George.

- Bueno mami, nosotros estamos en la misma onda. Nos vamos a tomar una buena curda mientras escuchamos músiquita. Si quieres estas invitada. – dijo el George como haciéndose el guevón. jeje

- Coño!!... esteeee… - Susy dudó un poco – no sé, nunca he jodido con uds…

En ese momento le llegó un mensaje de su novio al móvil. Ella lo leyó y se alteró nuevamente.

- Este tipo si es imbécil!!! – gritó - ¿Porqué estaré empatada con semejante guevón?

Joao nos entregó el pedido y nosotros debíamos ya desocupar la barra porque había burda de gente comprando y esperando. Tomamos la cava y los cigarros. Cuando casi nos íbamos…

- Papis… ¿la invitación sigue en pie? – preguntó Susy.

- Claro mamita – me apresuré a responder-

- Ok. – dijo ella – espérenme que salgo en diez minutos. Y diciendo eso recogió algunas cosas y se perdió por una puerta al fondo del local.

El George y yo nos instalamos afuera a un lado de la licorería. Susy salió a las siete en punto. Caminamos con ella atravesando la calle hasta llegar al carro. En el trayecto todo el mundo se la buceaba y le lanzaban piropos. La muy sucia no se cambió de ropa. Se dejó la minifalda y solamente se colocó una chaquete adidas blanca con franjas negras en los brazos, abierta, de manera que las tetas se le seguían viendo… divinas.

Ya en el auto, abrimos la cajuela trasera para colocar la cava y nos paramos allí a joder con la Susy. La caraja era "echada pa’lante", tomaba pico de botella y fumaba cigarrillos bastante.

Allí la conocimos más. Supimos que había dejado los estudios de administración por falta de dinero, que trabajaba de promotora en otros sitios aparte de la licorería y que incluso había laborado como mesonera un tiempo en un local nocturno.

Birras iban y venían. A medida que nos poníamos más ebrios nos poníamos más cachondos. Y no solo nosotros, la Susy también se veía mas suelta y pornográfica. Comenzamos por supuesto a hablar de sexo. Supimos que lo que más le gustaba era la posición del perrito, que le habían desvirgado el culo en enero de este año y que se tragaba la leche cuando le acababan en la boca. Toda una loba esta Susy.

Nosotros le contamos de nuestra experiencia de orgía con Kika. Ella nos contó que nunca había participado en una orgía así, sin embargo nos confesó que era algo que le gustaría experimentar. Yupi!!

Tanta cerveza dan ganas de orinar constantemente. El George y yo no teníamos problema con eso. Bastaba con meterse al callejón que teníamos a dos pasos y descargar el amarillento líquido. Susy en cambio había estado aguantándose.

- Coño, pero puedes mear ahí mismo – le dije – nadie te va a ver.

- Es que me da como pena – dijo ella.

- Nojoda, no seas pendeja – dijo George ya confianzudo. – mea ahí y mas nada.

- Si el peo es que alguien pase y te vea nosotros te podemos tapar – dije yo.

- Bueno, bueno, si va, ya no aguanto mas – Susy se estaba orinando realmente.

Nos metimos los tres al callejón. George y yo le dimos la espalda y de pie uno al lado del otro formamos una pared. Susy se puso en cuclillas, la minifalda se le terminó de subir hasta la cintura, se hizo la pantaletica pequeñita a un lado y comenzó a orinar. George y yo giramos disimuladamente nuestras cabezas para no perdernos el espectáculo.

- Me están viendo el coñito desgraciados – dijo Susy… riéndose.

- El coñito y algo más mi amor – dije mientras la buceaba toda, desde el coño depilado hasta las tetas enormes, desde mi posición podía ver más de lo acostumbrado.

Terminada la meada. Volvimos al auto a seguir bebiendo. Los tragos influían en el comportamiento puteril de Susy y nos confesó que no era la primera vez que le veían el coño en público. La muy zorra había trabajado también en un club de strippers.

- Coño, si es así, deberías enseñarnos las tetas entonces – dijo George ebrio y excitado al mismo tiempo.

- jajaja – rió Susy – yo sólo me desnudé por dinero papi.

- Asiiii? – George se metió la mano en el bolsillo y sacó un billete de diez. – Desnúdate mami.

- jajajaja – rió mas la sucia Susy – por eso lo que te puedo mostrar es un pezón.

Y sin esperar nuestra reacción se bajó el top de un lado y se sacó una teta entera por unos segundos. Nuestras pingas se alzaron a tope.

- Yo tengo diez mas mi amor – me apuré a decirle.

Susy no paraba de reír. Con sus manos se bajó el top y nos meneó las tetas. Las tenía redondas y grandotes como de actriz porno. Los pezones se le notaban duros. Estaba excitada la zorra.

- ¿Si te doy diez mas me chupas la verga? – preguntó George entre risas y ya buscando acción.

- ¿Qué les pasa papis? Eso sería prostitución. Yo no soy prostituta. – dijo Susy sin dejar de sonreír y guardándose las tetas en top nuevamente.

En ese momento le sonó el móvil. Era el novio otra vez.

Susy:

Aja. (pausa). Aja. (pausa). Me estoy tomando unas birras con unos panas. (pausa). No los conoces. (pausa). Que no los conoces vale. (pausa). A verga tu y tus celos. (pausa). No… (pausa). No… (pausa). Pero… (pausa). … (pausa). Hay Victor. ¿sabes qué? Les estoy enseñando las tetas. ¿Qué te parece? Y les gustaron mis tetas. (pausa). Si chico. Yo le muestro las tetas a quien me de la gana. (pausa). MAS PUTA SERÁ TU MADRE!!! PENDEJO DE MIERDA!!!.

Susy gritó y apagó el móvil evidentemente arrecha.

- Tu novio es una ladilla total ¿no? – dije yo riéndome.

- Verga sí. Que ladilla de tipo nojoda – dijo Susy mientras se empinaba una birra hasta el fondo.

- Bueno mami. Deja el stress. – dijo George - ¿Cuánto es que te tengo que dar para que me mames el guevo?

- Ya les dije que no soy prostituta – respondió Susy sobándose las tetas por sobre el top.

- ¿y entonces que eres? – pregunté yo al borde de la excitación.

- Yo lo que soy es una puta – respondió relamiéndose. - ¿Tu también quieres una chupada? Yo no cobro por eso.

- Coño, claro que quiero… y la quiero ahora – le dije.

Dicho y hecho. Los tres nos metimos al auto y cerramos las puertas. El george molesto se sentó adelante en el puesto del chofer mientras Susy y yo ocupamos los puestos de atrás. Rápidamente me abrí la bragueta y saqué el pene erecto. Susy se quitó la chaqueta y se bajó el top liberando las tetas, se inclinó, tomó el miembro por la base y se metió la cabeza en la boca.

La rica mamada había comenzado. Susy era toda una experta en eso de chupar vergas. Subía y bajaba sus labios alrededor de mi pene. Lo lamía, lo ensalivaba, lo acariciaba. En momentos me masturbaba con su mano y lo escupía. Luego se lo metía en la boca nuevamente y jalaba más que una aspiradora.

Mientras ella me chupaba yo aprovechaba para manosearle las tetas. El george sentado adelante no se perdía nada y se masturbaba frenéticamente.

Después de varios minutos comencé a sentir la proximidad de la eyaculación. Me voltee un poco y con las manos la sujeté por las orejas y comencé a guiar con violencia sus movimientos de ascenso y descenso. Le empecé a dar duro por la boca. Susy no se inmutaba y seguía aspirando con fuerza. Literalmente me le estaba cogiendo la boca. Sube y baja. Saliva. Gemidos. Su lengua. Mi pene. No aguanté más. Descargué toda mi leche en su interior. Mientras lo hacía Susy no paró y siguió chupando brutalmente. El esperma se le salía por los labios mientras yo disfrutaba de la deliciosa acabada. Mientras transpiraba la muy sucia se dedicó a lamerme el miembro, recogiendo con su lengua los restos de leche. Que calidad de puta.

- es mi turno – gritó mi amigo.

George y yo cambiamos de puestos. Yo me pasé ahora adelante al puesto del copiloto y George al puesto donde había estado yo. Susy se mantuvo en el suyo, ahora de rodillas sobre el asiento.

La sucia Susy no había terminado de tragarse mi esperma cuando ya tenía la verga de George clavada hasta las amígdalas. Ella chupaba como una profesional. Le relamía la cabeza del pene para luego engullirlo por completo. Por instantes también lo masturbaba con una mano mientras le lamía los testículos. Y otra vez volvía al pene y se lo metía completo. Chupa, chupa, chupa. El George estaba gozando y tenía la cabeza inclinada hacía atrás y los ojos en blanco. Jiji.

A Susy la minifalda se le había subido hasta la cintura, y yo, viendo su posición de rodillas, aproveché para meterle mano en el culo y en el chocho. Le hice la pantaleta a un lado y comencé a introducirle los dedos en la húmeda rajita. Susy gemía y movía sus caderas facilitando la penetración de mis dedos, sin dejar de mamar a George. La tipa estaba gozando y se le notaba que quería guevo. Ya mi pene estaba comenzando a ponerse duro otra vez.

Cuando ya el orgasmo de George era evidente, Susy lo masturbó velozmente e inclinó su cuerpo adelante. Los chorros de esperma de mi amigo se estrellaron contra el rostro y tetas de la zorra. George se retorcía de placer mientras Susy lo continuaba masturbando. También a él le aplicó la "operación limpieza de pene".

- Mami te quiero coger – le dije yo, con la verga erecta otra vez.

- Y yo quiero que me cojas papi – respondió - ¿Cómo hacemos?

Estábamos tan ebrios y excitados que ya no nos importaba nada. Susy y yo nos salimos del auto. Ella ni siquiera se acomodó la ropa, salió con el top bajado y la minifalda subida y se metió corriendo al callejón. Yo atrás de ella tampoco tuve reparos en guardarme el guevo.

La muy puta se recostó a la pared y abrió las piernas. Yo me arrodillé delante de ella y comencé a mamarle el coño. Lo tenía húmedo y caliente. Mientras se lo chupaba le metía los dedos hasta el fondo. Susy estaba gimiendo y disfrutando. En su desespero me pidió que la cogiera ya.

Yo no podía negarme a su solicitud. Me puse en pie. Me incliné un poco y le instalé el pene entre las piernas. La pantaleta me estorbaba un poco, así que con violencia jalé de un solo golpe y se la rompí.

- Hay desgraciado – gritó ella – me debes una pantaleta.

- ¿ha sí? Te la voy a pagar con guevo – le dije mientras le lamía la oreja.

Aprovechando mi superioridad en estatura y fuerza la agarré con ambas manos por las nalgas y la alcé, para dejarla caer sobre mi pene. Mi estaca entró de una vez hasta al fondo. Susy gritó de placer y me rodeo la cintura con sus piernas y se sujetó con sus manos a mi nuca.

- Cógeme papi. Cógeme por favor – me suplicaba ella al oído.

Sin esperar mas comencé la fornicada. Con mis manos en sus nalgas la subía y la bajaba rápidamente. Mi pene entraba y salía deliciosamente. Ella inclinaba su cuerpo hacia atrás y gemía de placer. Mientras la cogía podía ver como su par de tetas se bamboleaban alocadamente. Plas plas plas!!. El sonido de su chocho inundado de flujos se mezclaba con sus gemidos.

- Hard!! Hard!! Hard!! – gritaba Suzy a lo actriz porno – cógeme Hard papi!!

Tan duro le di por el coño que el orgasmo de Susy llegó sin aviso. Fue electrizante sentir su coño apretar mi pene. Sus nalgas convulsionaban entre mis manos y los pezones parecían que iban a estallar.

Susy se abrazó a mí semiinconsciente mientras pasaba el orgasmo. Yo aproveché para llevarla hasta el auto, sin desmontarla ni sacarle el pene y con los pantalones por los tobillos. Como nuestro auto era el último la mayoría de la gente estaba enfocada en su jodedera y en la licorería al otro lado. No sé si alguien nos vio o no. Lo cierto es que tampoco me importaba.

Llegué hasta el auto y la acosté sobre el capo. Sin sacarle el pene le besé las tetas y le mordí los pezones. Me sujeté con mis manos a su cintura y comencé a cogerla de nuevo. Mete y saca. Mete y saca. Le daba y le daba duro por ese coño. Susy desvariaba y gemía nuevamente. Cuando ya no aguanté más le metí el guevo hasta lo más profundo y me vacié en ella.

Cuando saqué el miembro la leche se le escurría por los labios vaginales. Susy se metió los dedos en el chocho para recoger parte del esperma, luego se los llevó a la boca y los chupó golosamente.

- Que sucia eres mami – le dije mientras me subía los pantalones.

En ese instante llegó el George con su verga erecta, había estado observando todo desde el interior del auto. Me apartó de un empujón. Tomó a Susy por la cintura y la giró, haciendo que ella quedara de pie, pero inclinada con las tetas pegadas al capo y con el culo paradito.

George se escupió el guevo. Con una mano sujetó a Susy con fuerza por la cintura, con la otra se agarró la base del pene y lo dirigió al chocho. Con la brutalidad que lo caracteriza le metió la verga entera en un solo movimiento, casi le mete las pelotas también.

- Mierda! – gritó Susy.

George sin pestañar se agarro a las nalgotas y comenzó a taladrarle el coño. Le daba una y otra vez. Susy gemía como una perra en celo. El pene entraba y salía violentamente. George se inclinó sobre ella afincándose con sus manos en los hombros, aplastándola contra el capo. Susy no tenía como apoyarse y estaba totalmente dominada, prácticamente George le estaba dando una violada. Lejos de disgusto Susy se gozó la brutal cogida, tanto así que logró como pudo alzar un poco más las nalgas, cosa que hizo que la cogida fuera más profunda.

- Hooo que rico – Suzy gemía y chillaba – dame hard papi. DAME HARD!!!

El George no paraba de penetrarla. Tan hard le estaban dando por ese coño que lograban que el auto se moviera y sonara graciosamente. Susy alcanzó su segundo orgasmo de la noche entre chillidos y espasmos de placer. Su pequeño pero delicioso cuerpo se retorcía contra el auto. Sin embargo a George eso parecía no importarle, estaba concentrado en partirla en dos. Mi amigo continuó dándole machete durante un par de minutos hasta que, con violencia, sacó el pene y disparó sus chorros de semen en la espalda y en las nalgas de Susy.

Eran las diez de la noche cuando cruzamos la ciudad en el auto. En el camino terminamos de beber algunas cervezas y hablamos de lo rico que lo habíamos pasado. Llevamos a Suzy hasta su casa. Vivía con sus tíos y su prima en un apartamento. Se despidió de nosotros con unos ricos besos y unos apretones de guevo.

Al rato fue que George y yo nos dimos cuenta que olvidamos pedirle su número telefónico, sin embargo, ya sabíamos donde ubicarla aparte de la licorería. No sería la última vez que nos montaríamos una de sexo hard con la sucia Susy.

26/8/09

Mi cuñada a las siete en punto

El despertador sonó a las siete en punto. Todavía me encontraba relajado por la visita realizada a la habitación de mi hermano en la madrugada. Estiré el brazo y apagué la alarma del reloj. Me encontraba estirándome cuando me dí cuenta que no estaba sólo en la habitación. Allí estaba, en la puerta, observándome, alta, morena, desnuda, mi cuñada.

Estregué los ojos con mis manos y volví a mirar, por un momento pensé que era una visión, una imagen del recuerdo, del deseo. Pero no, era real, estaba allí, aproximándose lentamente a la cama. Moviendo todas esas curvas con las que me había dado banquete a tempranas horas.

Me acomodé en la cama para no perder detalle. Sus pies se subieron a la cama. Allí de pie, sobre mi, comenzó suaves caricias por su abdomen, vagina, senos, brazos, cuello. Tragué saliva. La excitación comenzó hacerse presente en mí. La sangre inició su rápido recorrido. Mi pene dio el primer cabezazo... se había despertado.

Ella dio media vuelta y siguió moviéndose lentamente, al ritmo de una música muda, pero erótica. Sus manos pasaron ahora acariciar los muslos y los glúteos, esas nalgas imponentes que acababa de poseer. Instintivamente me acaricie la verga, que ya estaba poniéndose firme y erecta.

Volvió a girarse hacia mí. Se arrodilló entre mis piernas. Con su mano izquierda se apartó el cabello negro y salvaje, con la otra apartó mi mano y se apoderó de mi miembro. Un pequeño beso en el glande sirvió para que mi pene creciera aún más, que delicia. Su labios recorrían mis venas desde la punta hasta la base, donde su mano se distraía con los pelillos de los testículos. Era hermosa la visión que tenía. La lengua recorría desde abajo hasta la cabeza, lubricando, saboreando. Luego los labios bajaban besando, acompañados en ocasiones de pequeñas mordidas, excitantes.

De pronto, su boca abandonó el miembro. Me acariciaba lento pero firme con la mano. Con su mirada, sensual y atractiva, lo dijo todo. Me erizé. De un bocado engulló todo el pene. Comenzó a succionarme, fuerte, salvaje. Pensé que me lo iba a arrancar. Sudaba agitado. Un gemido escapó involuntariamente de mi garganta. Ella se compadeció.

Como un felino siguiendo a su presa, gateó sobre mí. Sus grandes senos rozaban mis pezones. Lamió con lujuria mi rostro sudoroso. Trate de besarla y tocarla... pero no. Se apartó hacia atrás. En cuclillas, tomó nuevamente el pene, pero esta vez lo besaría con sus labios vaginales. Con ellos rodeo la cabeza del miembro. Al sentir el contacto un escalofrío me recorrió la espalda. Estaba disfrutando aquello... y ella lo sabía. Sin separar su mirada de la mía descendió lentamente, hasta tener por completo el mástil atrapado dentro de sí. Que gusto.

Intenté nuevamente tomar sus senos. Ella lo evitó tomando mis manos con las suyas, y sirviéndose de apoyo comenzó los tan deseados movimientos de ascenso y descenso. Podía ver como mi erección se perdía entre su vagina, para luego reaparecer húmedo y erecto. Escuchaba el cacheteo que producían los cuerpos al chocar, también sus gemidos, cortos pero continuos, su respiración que se agitaba cada vez más, y los latidos de mi corazón, acelerados.

Cansadas sus piernas, se arrodilló sin perder la penetración, momento que aproveché para abrazarla y traerla hacía mi. Entrelazados, le obsequié un largo y profundo beso. Perdí entonces la noción de tiempo. Me abandoné a las caricias, a recorrer su espalda, a fusionar nuestros fluidos y sensaciones.

El chirriar de la alarma rompió la magia. No alcancé a ver la hora, de un manotón lo tiré al suelo. Ella aprovechó para escapar de mis brazos. Apoyada con sus manos en mis hombros, comenzó a penetrarse a si misma, más rápido, con más decisión. Sus senos fueron víctimas de mis manos. Como una fiera me apoderé de ellos. Los acariciaba, apretaba, me levanté un poco para morderlos, besarlos, lamerlos. Índices y pulgares hicieron especial trabajo en los senos, enloqueciéndola. Los gemidos se convirtieron en gritos.

Me deje caer nuevamente. Era el turno de sus glúteos, lo que más me encantaba. Los atenacé, los medí, con fuerza los apreté hasta dejar surcos, los golpeaba y luego acariciaba. Ella iba y venía cada vez más rápido. Repetidas veces tocaba fondo y sentía su cubil como un horno, una caldera apunto de explotar. Sentía que se venía. Le ensarté todo el dedo índice entre las nalgas, mientras me incaba a fondo en sus entrañas. Su orgasmo me contagió. Tuve que acelerar mis movimientos para así acompañar su éxtasis con jugosos chorros de semen, invisibles al primer momento, pero evidentes, presentes en la fusión de las carnes, delicioso.

Tirada sobre mi, reposamos durante largo tiempo, con su cuerpo aún penetrado por miembro y dedo. Un beso de agradecimiento puso fin a tan exquisita visita.

blogalaxia:

20/8/09

4 videos de Sexo Hirviendo descargables de Stacey Cash

La blackpornstar Stacey Cash haciendo lo que mejor sabe: sacarle las leches a la trompa!! juajua!!











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18/8/09

Mi cuñada a las 5 y 40

El reloj marcaba las cinco y cuarenta cuando escuché la puerta cerrarse. Como todos los días, mi hermano salía de madrugada al trabajo. Sin perdida de tiempo me levanté, vestido apenas con mis calcetines salí de mi habitación y atravesé la sala. Con una mano empujé levemente la puerta de su habitación, con la otra me acariciaba la verga erecta.

Sobre la cama y entre las sábanas resaltaba el cuerpo voluminoso de mi cuñada, con sus curvas perfectas y su piel canela. Boca abajo, dormía pesadamente, con media cara enterrada en las almohadas y alzando sus grandes nalgas hacia el techo.

Arrodillado en la cama, comencé a recorrer su cuerpo con mi pene, desde los tobillos, pasando por sus piernas y nalgas, hasta la espalda y nuca. Las sensaciones comenzaron a invadir su cuerpo sin despertarla.

Me acosté de lado abrazándola por la espalda, mientras le lamía la oreja me masturbaba con su conchita que empezaba a humedecerse. Con suavidad le acariciaba los senos. Su respiración cambio un poco, sabía que lo estaba gozando.

Me movía cada vez más rápido, lubricándome el pene con los jugos de su concha gordita. Lamí su nuca y pellizqué uno de sus pezones. Gimió. Mi mano abandonó las grandes tetas, había llegado el momento de la penetración, tomé la base del pene y lo dirigí a la entrada del placer, la cabeza de mi virilidad penetró el tan deseado cubil. Me acomodé, me separé un poco de su espalda para tener mejor posición, tomé sus caderas con ambas manos y empujé con un suave movimiento de cadera, la verga entró suavemente abriéndose paso entre esos jugosos labios verticales. Un nuevo gemido salió de su garganta.

Aferrado a las caderotas, comencé el tan deseado mete y saca. El pene entraba y salía deliciosamente de su cuerpo.. En la habitación solo se escuchaban sus pequeños gemidos y el cacheteo de las nalgas rebotando incesantes de mi vientre.

Sin dejar de penetrarla comencé a recorrer ese cuerpazo con mis manos, las piernotas grandes y perfectas, la espalda hermosa y lisa, las tetas redondísimas, el cabello negro y salvaje... y esas nalgas... tan duras... tan apetecibles.

Con el ritmo que llevábamos, casi estaba yo abalanzado sobre la rica cuñada que desvariaba entre el placer y el sueño. Montado sobre ella y sin detener el mete y saca, llené de saliva los dedos de una de mis manos, con esmero los adentré entre las nalgotas, en el más profundo lugar, en el pequeño y delicioso culo. Varias veces repetí la operación hasta que estuvo bien lubricado. De rodillas, coloqué una de las almohadas debajo de su vientre, ella, soñolienta, se dejaba hacer. Con una mano aparté la nalga izquierda, con la otra conduje el pene su puerta trasera. La cabeza entró lentamente con un poco esfuerzo. Sus nalgas se tensaron. Sujetándome con fuerza a sus caderas empujé, una y otra vez, hasta que entró totalmente. Solo cuando toqué fondo me di un respiro de satisfacción. Me ubiqué sobre ella, me apoyé con los brazos en sus hombros y comencé a darle duro. Entraba y salía con fuerza, una y otra vez. El culo se abría más y más, tragando goloso todo el miembro. Ya no eran gemidos sino pequeños gritos ahogados lo que se escucha en la habitación. Aceleraba, rápido, con fuerza, con decisión, ese culo no era de mi hermano, no era de mi cuñada, era mío, solo mío, lo penetraba, lo hería, lo gozaba, rápido, rápido, cada vez más rápido, la castigué, le dí nalgadas fuertes y sonoras, mete y saca, rápido.

Me aferré como nunca a sus nalgotas, las atrapé con fuerza entre mis manos, y de un último embate enterré el miembro hasta lo más profundo. Con gran placer inundé ese exquisito culo.

Reposé por unos instantes, totalmente acostado y relajado sobre ella, mientras el pene terminaba de saciarse. Nuestros sudores se confundían. Me levanté lentamente y retiré la verga de aquel cuerpo tan delicioso. El esperma salía como pequeños hilos de su culo, recorriendo la concha y sus graciosos pelillos. Pero que ricura.

Me retiré a mi habitación y me metí en la cama. Esta escena no era la primera vez que ocurría, ni sería la última... haaaa mi cuñada.


satirock


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14/8/09

Piso Catorce, encuentro carnal en el ascensor

A veces las palabras sobran y las miradas hablan por sí solas. sexo salvaje con una desconocida en el ascensor, la fantasía que todos han tenido.


Seis y treinta y cinco de la tarde. Ya casi es de noche y recién voy saliendo de la oficina. A esa hora la mayoría del personal ha salido ya del edificio, una torre de oficinas de cuarenta y tantos pisos. Con la mente un tanto cuadrada de tanto estar frente al monitor me despido de mis compañeros que aún tienen que trabajar horas extras y cierro la puerta tras de mi, atravieso el pasillo, presiono el botón del ascensor, espero, bostezo, espero, son cuarenta pisos, espero, al fin llega.

Se abre la puerta del ascensor, no sale ninguna persona, no hay quien salga, el edificio debe estar casi solo. Entro, media vuelta, presiono PB, me coloco con la espalda recostada a la pared izquierda. Volteo a mi derecha y me veo al espejo. Se me nota un poco el exceso de trabajo. Debería descansar. Tal vez pida el día de mañana, los diseños que me han asignado no tienen fecha de entrega sino hasta dentro de dos semanas.

Sumido en mis cavilaciones apenas noté que se detuvo el ascensor. Por el espejo observé las puertas hacerse a los lados, y entonces la vi entrar. Mediana estatura, piel blanca, cabello castaño claro con mechas negras y rojas, largo pero enroscado sobre su cabeza con la ayuda de un palito chino, lentes finos con montura de pasta vinotinto, la chaqueta marrón cubría a medias un vestido escotado, moderno y atrevido, con tonos rojos oscuros y claros que se abrían graciosamente a mitad de los muslos, unos muy bien formados muslos, de la rodilla hacia abajo todo estaba cubierto por unas botas de cuero negro. Sin duda alguna una diseñadora, una ejecutiva creativa, moderna, de unos veinticinco años.

Como habrán notado, la había mirado de arriba abajo, toda, por el espejo sí, pero sin disimulos, y ella también lo notó. Se volteó y presionó el botón de cerrar puertas, por lo que pude verla por atrás, lástima que el vestido, un tanto holgado, no permitía escapar mayores detalles.

Las puertas se cerraron. La creativa se paró frente a mí, al otro lado del ascensor, recostada a la pared derecha. Compuse mi cuerpo y abandoné el espejo, ahora tenía cosas más importantes que ver que mi ya conocido rostro. Noté rápidamente que el examen visual que le había hecho, ella me lo estaba haciendo a mí. Me observó detenidamente de los pies a la cabeza. Sonrió. Me encantaba ver bailar entre sus senos el teléfono nokia que le colgaba desde el cuello, un modelo pequeño y costoso, muy chic. Jugaba distraídamente con el cierre de la pequeña cartera que llevaba guindada bajo su brazo izquierdo, sin dejar de mirarme.

Yo tampoco podía quitarle la vista de encima. No era primera vez que la veía. Para que mentir, nos encontrábamos con cierta frecuencia en la cola del ascensor, en la planta baja del edificio, en el pasillo del piso treinta y nueve donde hay servicio de fotocopiadoras, en los cafetines cercanos... Era una de mis fantasías recurrentes. Esa ropa que tanto me encantaba como le quedaba comenzaba a estorbarle a mi imaginación. La estaba desnudando mentalmente cuando la puerta se abrió.

Piso dieciséis. Una mujer de más de cuarenta, recepcionista a juzgar por el uniforme. "buenas tardes" dice. No contesto. Estoy ocupado en otros asuntos. La creativa tampoco responde. La mala educación nunca es bien vista, la recepcionista no es la excepción, frunce el ceño y se recuesta espaldas al espejo. estiro el brazo y presiono el botón Cerrar. El ascensor desciende apenas un piso.

Entran tres ejecutivos con una estúpida conversación de negocios que no me molesté en escuchar. Se movían poco y asumían postura de autosuficiencia. En otro momento me hubiese molestado su presencia, pero justo ahora eran transparentes, casi no podía verlos, eran delgadas sombras que se movían entre mi persona y ella, la joven ejecutiva del nokia entre los senos. Nuestras miradas no cesaban de cruzarse. Las voces eran un insignificante fondo musical. Su ojos hermosos, enmarcados por una pintura oscura brillaban tras los cristales. Fue entonces cuando reparé en que estaba erecto. Su sonrisa pícara me indicó que lo había notado. La recepcionista también lo notó, pero no sonrió. Con estúpido disimulo moví mi mano derecha y cubrí el bulto con la maleta de la portátil.

PB. Las puertas se abrieron. Los ejecutivos salieron sin detener su interminable conversación. Por un momento estuvimos inmóviles, no dejábamos de mirarnos, de estudiarnos. Ambos volteamos a ver a la recepcionista, al parecer esperaba que alguno saliera, pero no, tuvo que salir ella. Escuchamos como se alejaba el taconeo y un "buenas tardes", supongo que le dio al agente de seguridad, éste tampoco respondió. Ella no hizo ningún ademán de salir, solo estaba allí, sonriente, con esa mirada tan sensual detrás de los lentes. Por un momento dudé. ¿quién no? ¿un segundo? ¿diez? ¿un minuto? No puedo decirlo, no lo sé. Pero al final decidí presionar el botón Cuarenta.

Puertas cerradas, movimiento de ascenso. Relajé mi brazo derecho. El bulto al descubierto nuevamente. Ni una sola palabra. El tiempo se congeló entre los dos. Embotado por miles de ideas que me venían a la mente quedé inmovilizado. Una gota de sudor me cruzó la frente y bajó por el costado de la nariz. ¿estúpido? Sí, pero fue lo mejor.

Soltó la cartera y se acercó hasta mí, pude oler su fragancia erótica, aunque en ese momento cualquier cosa me parecería erótica. Me miró los labios, y sin apartar la vista presionó el Stop, "que tino" pensé, mientras el ascensor se detenía bruscamente en el Catorce. Una última mirada a los ojos. En un segundo que parecía eterno... se rompió la calma.

Nos fundimos en un beso brusco y salvaje, al tiempo que nuestras manos nos recorrían desesperadas, como si quisieran conocer todo el cuerpo en menos de un minuto. Con torpeza le quité la chaqueta. Ella me aflojó la corbata. Algunos objetos cayeron al piso junto a mi ya ignorada portátil: sus lentes, mi chaqueta, su chaqueta, mi ipod, su nokia, el palito chino... nos desvestíamos y apretábamos rápida y violentamente, sin embargo, en ningún momento labios se separaron, nuestras lenguas no dejaban de enroscarse entre sí.

Mientras ella me desabotonaba el pantalón logré bajarle el vestido, aquellos senos que otras veces había imaginado salieron de su prisión. Blancos, redondos, jugosos, no escaparon a mis manos, y sin reparos procedía a pellizcarlos, apretarlos, morderlos. Mi concentración en tan delicioso manjar se vio interrumpido por el contacto de sus manos frías, estas, habían alcanzado su objetivo, con fuerza atenazaban mi muy erecta verga.

Nuestras bocas se volvieron a unir, pero brevemente. Sin pedírselo se agachó, bajó mis pantalones más allá de las rodillas, acarició mis testículos y sin ternuras, engulló mi pene de un solo bocado. Aquella visión era espectacular. El miembro desaparecía una y otra vez dentro de su boca. Sus labios recorrían mis venas, me castiga con leves mordiscos al tallo, me compensaba con besos en el glande. Estaba delirando. Sus labios se separaron y dejaron el trabajo a la lengua inquieta, que no descansaba de jugar con la cabeza del miembro, mientras me masturbaba con sus manos. Imaginé ese rostro precioso salpicado por largos ríos de semen, néctar que ya sentía venir en camino. Fue entonces cuando me volvió la lucidez, no podía acabar así no más, tenía que ser mía, toda.

Pasé en un segundo de pasivo al rol activo. La tomé por los antebrazos y la puse en pie. Antes de que reaccionara la planté un beso que la recorrió desde la boca hasta el resto de su cara. Ella, con los ojos cerrados, no dejaba de buscar mis labios con su lengua. Introduje en su boca los dedos de mi mano derecha. Los ensalivó y mordió.

Nuestras bocas volvieron a unirse en un choque de flujos y pasión descontrolada. Introduje la mano llena de saliva por debajo de la falda. Sin ningún cuidado hice a un lado la pantaleta e introduje los dedos en aquella cueva tan deseada. Le estaba lamiendo la oreja cuando la escuché gemir por primera vez. La masturbé por breves instantes.

La pasividad no era parte de su personalidad. Con brusquedad se soltó de mis manos y se agachó nuevamente. Su lengua se encargó de dejar mi pene bien lubricado. Antes de yo reaccionar se puso en pie, se aferró con sus manos a mi nuca y se encaramó. De no ser porque estaba apoyada mi espalda a la pared nos vamos al piso. De un tirón le subí la falda hasta el ombligo, por fin pude atenazarle los glúteos mientras ella me rodeaba la cintura con las piernas... los sexos se encontraron después de tanta búsqueda.

El sólo roce con su vulva envió un nuevo golpe de sangre a mi pene, la erección me prensaba todo el ser. Una de sus manos descendió arañándome el pecho, abriéndose paso entre la desabotonada camisa y la corbata desarreglada, abrazó el miembro con sus dedos y con precisión lo colocó en la entrada del placer.

Con malicia aflojé los brazos. El peso de su cuerpo cayó todo sobre el mástil, enterrándose por completo de un solo golpe. Gritó. Cerré los ojos, respiré profundo... comencé los tan esperados movimientos de avance y retroceso. Como dos animales nos retorcíamos, acoplados, unidos por nuestros sexos y bocas. Sus nalgas dibujaban surcos rojizos hechos por mis dedos que apretaban cada vez con más fuerza. Un mordisco en el cuello, otro detrás de la oreja, era una fiera hambrienta, y me estaba devorando, literalmente.

Impasible, no detenía la penetración, me concentré en atravesarla de lado a lado, con rudeza, con violencia, llegarle hasta al fondo, hacerla sufrir y gozar simultáneamente. Sus pezones bailaban a mi ritmo, tensos. El cabello suelto rebotaba de sus hombros, de mi rostro. Saboreaba el sudor de su rostro con mi lengua. Sus uñas hirieron mi espalda y nuca, y una mordida profunda atrapó mi hombro al tiempo que un líquido abundante corría furioso por mi miembro. Había alcanzado el orgasmo.

Respiramos agitados, inmóviles, serenos. Un leve y largo gemido salió de su garganta y acarició mi oído. Su sudor era mi sudor. Estaba disfrutando el éxtasis. La luz roja del Stop me recordó que no podía perder tiempo.

La alcé y con pasos cortos pero rápidos atravesé el ascensor hasta el otro lado. Choqué su espalda contra la pared, sin salirme de su cuerpo. Gritó otra vez. Apreté con fuerza. Era mi turno. Rápido, duro, salvaje, apuñalaba su cuerpo una y otra vez. Sus piernas me abrazaron como serpientes. Amante experta, arqueó su cuerpo de manera que la penetración era total. Los embates brutales se repetían incesantes. Pensé que la atravesaba. Sus nalgas se desmoronaban entre mis garras. Un explosión nos envolvió. Hincado en lo más profundo de su ser, expulsé el semen que tanto ella había esperado.

Inundada, se mantuvo firme, sus labios vaginales parecían succionar todo el miembro. Los fluidos mezclados se asomaban y goteaban. Abrazados, atados, éramos unos solo. Nos besamos.

Las puertas del ascensor se abrieron. Salí, desubicado, como despertando de un sueño, la camisa y el ipod en una mano, la portátil y la corbata en la otra, con dificultad reconocí el pasillo, piso cuarenta. Di media vuelta, apenas puede verla antes de que se cerraran las puertas, vestida, perfecta, sonriendo con los lentes sobre la cabeza, el palito chino atrapando su cabello, y el nokia entre los senos.

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Topples: Karla López muestra su PECHOnalidad

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13/8/09

Karla Spice - Enfermerita Malvada


La preciosa venezolana Karla López - también conocida como Karla Spice - vestida de enfermerita malvada.

Una Hot Hot Nurse.

Así cualquiera se enferma.

Karlita ven a sanarme la calenturaaaa!!! juajuajua.

Disfruten el video:



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12/8/09

Cachos a ritmo de reggaeton

El George y yo llegamos a la fiesta a punta de 11 y media mas o menos. Era el apartaco de Julius, un cabrón amigo de George que nunca me ha terminado de caer del todo bien. La fiesta estaba a punta con la gente alcoholizada bailando al ritmo del puki puki de la música electrónica.

Debo aclarar que no me gustan mucho esas fiestas por la música, a mi me gusta realmente es el metal, el rock duro, pero era ir al apartamento a joder un rato o irme a la casa a dormir.

La bienvenida nos la dio Martica, la novia de Julius, una hembra morena de unos 20 años, con cabello rizado y un ajustado vestido rojo que le calzaba como un guante y dejaba al descubierto sus preciosas piernas, que rico. Saludo a George con una abrazo y un beso en la mejilla.

- Te acuerdas del Sati? - le preguntó George refiriéndose a mí.

- Claro que me acuerdo. Como estás? - respondió Martica dándome también un beso en la mejilla. Se notaba entrada de tragos. Intercambiamos una breve y cachonda mirada y nos invitó a pasar. A esta nena la había visto si acaso un par de veces pero ya le tenía unas ganas especiales, y es que a mí las negras me enloquecen el guevo.

Nos apostamos cerca de las bebidas. Tomabamos birras y hablabamos con Julius, bueno, realmente el que hablaba era George, por que de pana ese carajo es una patada en las bolas. Yo me dedicaba a asentir ciertos comentarios mientras ingería mi curda y veía a las féminas que bailaban en la sala.

En algún momento se acerco Martica y nos presentó a Silvia, una catirita de unos 20 años que no se veía nada mal, entaconada y metida en un vestido negro y excitante. Martica invitó a Julius a bailar, pero esté atendió una llamada del móvil y le hizo una seña como que no lo jodiera y se fué a su habitación. Martica se quedó ahí medio cortada, el George se cagó de la risa y se la llevó a la sala a bailar.

Yo me quedé tomando un trago con la Silvia.

- No bailas? - me preguntó casi que invitándome a la sala.

Normalmente me hubiera reusado, pero ya me encontraba entonado por las bebidas y era una buena oportunidad para lanzarle un anzuelo a esa catirita y ver que pasaba. Apuré el trago y me fuí a la sala de la mano de Silvia.

Habían como unas treinta o cuarenta personas sudando al ritmo de la música. Silvia y yo comenzamos a bailar entre tropezones, por que la sala estaba realmente atestada de gente y todo el mundo estaba gozando una. Yo aprovechaba para pegarme a la catira, rozando su cuerpo e incluso nuestros rostros. A ella no parecía molestarle y yo ya me estaba poniéndo cachondo. En la bailadera me percaté de que a mi lado bailaban el George y Martica, así que aproveché para bucearla, mirar ese cuerpo preciosos que se movía rápidamente, mi cachondeo aumentó.

De pronto el encargado de la música cambió el estilo del puki puki al regaeton. Ahora sí que podía restregarme contra la catira sin excusas y así fue. La gente comenzó a perrear y Silvia no fue la excepción, la caraja se puso de espaldas a mí y recostó su trasero a mi ya erecto miembro y comenzó con el movimiento típico del perreo. Yo sonreí y continué bailando y disfrutando el masaje, jeje.

Mientras estaba en aquello miré a mi lado, el George también se estaba perreando a la novia de Julius mientras se reía, que cabroncete. Pero entonces fue cuando mi excitación se disparó más. Martica se movía como una culebra, masajeándole el guevo a mi amigo con sus nalgotas morenas, inclinada totalmente agarrándose las rodillas con las manos, y mirándome fijamente. no sé si era producto de la curda, pero me pareció que había una conexión, que me estaba provocando.

Yo caí en el juego, me relamí sin dejar de mirarla, tomé a Silvia por la cintura y comencé a mover mis caderas adelante y atrás, como si la estuviese follando.

Creo que a la catira no le gustó mucho aquello por que se dió media vuelta y continuo bailando conmigo, pero ahora poniendo cierta distancia y con cara de culo, que pendeja, jaja.

- Te pasaste rata! - rió George.

Martica se dió cuenta de la vaina y antes de que Silvia dejara de bailar cambió las parejas, así que el George quedó bailando con la catira y yo con la negra sabrosa, uffffff.

Martica comenzó a moverse eróticamente frente a mí, yo no lo pensé mucho y me arrecosté a ese tan deseado cuerpo, nos movíamos rico rico, rozándonos a cada momento y sin dejar de mirarnos. La tomé por la cintura y le di media vuelta, quería recostarle mi salchichón en el culo. Ella se dejó sin problemas, se movía sabroso para los lados, como ella no estaba muy inclinada apoyé mi pecho contra su espalda y acerqué mi boca a su oreja, me provocaba darle una lamida pero me contenía al pensar que su novio andaba por ahí.

- wow baby, bailas riquísimo - le susurré al oído.

- jeje, tu también bailas muy bien - me contestó apretándose a mí.

Desde esa posición podía ver como sus tetas se bamboleaban para todos lados, casi saliéndose del escote. Yo se las miraba con descaro, hasta que alzé la mirada y vi que Julius venía abriéndose paso entre la muchedumbre.

No deje de bailar, pero tome un poco de distancia. Martica se dió cuenta, tampoco dejó de bailar, y si bien cesó un poco su erotismo mantuvó su cola pegada a mi miembro, cosa que me excitó más aún.

Julius se detuvo frente a Martica y le dijo a George que había que comprar mas cerveza. George puso cara de ladilla, por que sabía que iba a tener que ir con su auto a hacer la compra con el Julius.

- Tu quieres que te traiga algo? - pregunto julius a Martica con su aptitud de mierda de siempre.

- No, gracias papi - dijo Martica sin dejar de bailar y de restregarme el trasero contra el guevo. Yo continuaba echo el guevón bailando y riéndome mentalmente del cabrón de Julius, jiji

George y Julius salieron del apartamento con otro pana. Apenas cruzaron la puerta Martica se volteó y comenzó a restregarse contra mi con el mayor de los descaros. La música pareció intensificarse, el gentío bailaba eróticamente, y Martica y yo parecía que estabamos tirando entre la multitud. Sus manos se aferraban a mi nuca y yo aproveché para por fin manoserle las nalgas. Las luces generales se apagaron y dejaron solo unas intermitentes que parecían flashes en la oscuridad. Ese fue el momento en que nos dimos el primer lenguazo de la noche, le comí la boca mientras la apretaba contra mí. La muy zorra se dejó, estregando las tetas contra mi pecho.

- Vente - me dijo al oído. tomó mi mano y me arrastro entre la gente al baño, pero resulta que este estaba ocupado y había gente esperando para usarlo. Entonces me llevó por el pasillo donde habían unas cuantas parejas metiéndose mano. Entramos a la habitación de Julius, cerró la puerta y sin darme tiempo de nada me estampó el segundo lenguazo de la noche.

Yo estaba que reventaba de la excitación y le metía manos por todos lados. Como pude entre la manoseadera le bajé la parte de arriba del vestido con brassier y todo, liberándole las riquísimas tetas, aquellos globos perfectos me dejaron petrificado.

Ella aprovechó mi momento de distracción y se arrodilló. Con la torpeza que caracteriza la excitación me desabrochó el cinturón y me bajó los pantalones. Comenzó entonces a besarme y manosearme el guevo sobre la tela de mi ropa interior.

Yo no aguantaba más y sabía que tampoco teníamos mucho tiempo, así que me bajé los boxers rápidamente, la agarré bruscamente por los cabellos y le metí el pene en la boca de un solo coñazo.

Ambos nos dimos un breve momento de disfrute. La música se escuchaba aún fuerte al otro lado de la puerta, y a ritmo de reggaeton Martica comenzó a darme una mamada de campeonato. Subía y bajaba, subía y bajaba, dejándo hilos de saliva a lo largo de toda mi estaca.

Yo le solté la caballera, conciente de que ella podía hacer bien el trabajo, y me dediqué a maltratarle las tetas y pellizcarle los pezones. Oh rayos!.

La mamada estaba riquísima, pero yo deseaba meterle el guevo hasta las entrañas, y visto que Julius y George podían volver en cualquier momento tomé a Martica por debajo de los brazos y de un tirón la puse de pie sobre sus tacones, sin darle tiempo a nada le subí el vestido hasta la cintura, dejando al descubierto sus caderotas y la concha jugosa bajo sus pantaleticas rojas. Me disponía a bajárselas cuando me interrumpió.

- No, aquí no - dijo, abrió la puerta del baño privado de la habitación, entramos y cerró, pasando el seguro. Yo aproveché y la tomé por la cintura, colocándo mi pene entre sus nalgas y estregándolo con fuerza. ufff que gustazo.

Martica se volteó de frente a mí y me besó. Levantó su pierna derecha y con su diestra se hizo a un lado la pantaleta, dejando al desnudo su concha húmeda de excitación.

La invitación estaba echa. Mientras la sostenía con un brazo, con la otra mano me tomé la base del pene y lo dirigí al deseado cubil, un solo movimiento lento pero firme sirvió para enterrarle media verga. Martica gimió prolongadamente.

Di un largo respiro. La tomé por la piernas y la alcé un poco, dejándola en el aire pegada de espaldas a la puerta del baño, en esta posición la deje caer sobre mi verga, metiéndosela por completo y sin dejar que tocara piso comencé a follarla riquísimo al ritmo del reggaeton.

Martica chillaba aferrada a mi nuca y moviendo las caderas rápidamente. mi guevo entraba y salía una y otra vez de ese chocho hirviendo. Nos besabamos, apretabamos, nos estabamos dando tremendo gustazo hasta que sonó mi móvil. Por un momento pensé en no contestar, hasta que reconocí el repique personalizado, era George quien llamaba.

Desmonté a Martica y como pude saqué el móvil del pantalón y contesté la llamada.

- Epale pana, que paso? donde andan?- pregunté.

- Epale, estamos aún buscando una licorería. - dijo George - tienes a Martica cerca? Julius la está llamando al móvil pero ella no responde.

- ha ok - con los apuros y la excitación quien sabe donde coño Martica había dejado su móvil - te la paso para que hablen entonces.

Le di mi móvil a Martica que estaba de pie frente a mi.

- alo. Ok, si no se donde lo he dejado, si, pásame a Julius - dijo Martica mientras se sentaba en la poceta.

Mientras Martica hablaba por el móvil con Julius, yo me acerqué rápidamente y le saqué las pantaletas, la tomé por los tobillos, puse sus pies sobre mis hombros y de un sólo empujón le metí el guevo otra vez en la conchota. Martica se mordió los labios para no chillar. Me pareció por lo que escuchaba de la conversación que Julius le preguntaba si había que llevar más curda aparte de cerveza y si había llegado alguien más. Martica respondía con breves "si", "no", "no se", y entre respuesta y respuesta cortos y ahogados gemidos. Yo mientras tanto le estaba dando una paliza por la concha. Me llenaba de morbo cogérmela ahí mientras ella hablaba con el novio. Me esforcé en darle duro y ella resistía para no gritar.

- Ahi papi traeme algo de comer si, una pizza- dijo la muy puta, obviamente para hacer tiempo - y te dejo que creo que llegó alguien, voy a ver. - y sin más corto la comunicación y tiró mi cel al suelo

- Ahora si cabrón - me dijo con rostro de vicio - párteme en dos.

Me cagué de la risa. Si bien ya le estaba dándo durísimo, esas palabras me dieron más deseos y fuerzas. Sin sacarle el guevo uní sus piernas y las tiré hacia un lado, dejándo aquel hembrón semiacostado sobre la poceta, y lo que vino a continuación fue una ametralladora de machete por la concha. Martica ahora si podía chillar a placer, uno de sus gemidos y el retorcijón de la concha me indicaron que le llegó un electrificante orgasmo.

Me mantuve con el machete hincado a fondo mientras se le pasaban los espasmos. Pero nuevamente el tiempo apremiaba, así que la puse en pie, y esta vez fuí yo quien se sentó en la poceta. Ella abrió las piernas y se colocó sobre mi, dejándose caer sobre mi verga lubricada de fluídos. Comenzó entonces un sube y baja frenético. La posición me permitió meterle mano a las nalgotas y a la raja del culo, mientras por fin podía llevarme a la boca las tetas tan divinas que bailaban ante mi, si, también a ritmo de reggaeton, que divino, jiji.

- Voltéate - le dije, quería verle el culo mientras la cogía.

- Como? - preguntó ella.

- que te voltees puta - le ordené. Ahora si me escuchó bien. se puso en pie, dió media vuelta y se sentó sobre mi, quedando empalmada una vez más.

Extasiado la tomé por la cintura y comencé a subirla y bajarla rápidamente. podía ver claramente como mi guevo entraba y salía y como sus nalgas rebotaban contra mi cuerpo. Que cogida más rica le estaba dando. Me ensalive los dedos de la mano derecha y los apunte hacia el culo. Ella solita con el sube y baja comenzó a metérselos. gemía. primero uno, despues dos. Ella subía y bajaba sobre mi guevo y yo aprovechaba de meterle los dedos en el culo.

Dispuesto a emburrarla por el ano la tome con ambas manos por la cintura, y sin sacarle el pene, nos pusimos de pie, continué dándole machete un poco más, hasta luego hacer que se arrodillara y ponerla en cuatro patas. Mientras la cogía le escupía el culo y le metía los dedos.

No había tiempo para perder. Le saqué el guevo de la concha y se lo puse en la entrada del culo. Ella misma se abrió las nalgas con las manos con la cara apoyada al piso. Le metí la verga hasta los huevos. Martica gritó de dolor y placer. Me aferré a las caderas y comencé el bombeó brutal. Las nalgotas rebotaban demasiado rico. yo la penetraba. la jalaba del cabello, le apretaba las tetas, le daba sonoras nalgadas, Martica no dejaba de chillar alcanzando otro orgasmo.

De pronto un ruído al otro lado de la puerta nos volvió a la realidad. Nos pusimos de pie rápidamente y luego quietos sin hacer ruido.

- Marta estas ahí? - preguntó Julius, el cabrón había llegado.

- Si papi - respondió Martica nerviosa y con cara de susto.

- Estas bien? necesitas algo? - preguntó el cabrón.

- no papi, estoy bien - dijo Martica acercándose a la puerta. yo me le pegué atrás y le rozaba las nalgas con la cabeza del guevo, aguantando la risa.

- Segura que estas bien? estas borracha? necesitas algo? - insistía el cabrón.

- Lo que necesita es guevo - susurré yo al oído de Martica mientras le encajaba el guevo otra vez en el culo.

- Haaaa - Martica no pudo aguantar el gemido.

- que te pasa mi amor? - julius está ladilla.

- Ay chico. Estoy cagando ok? déjame cagar en paz! - gritó Martica arrecha apoyándo las manos en la puerta e inclinando el cuerpo para facilitar la entrada del pene en su muy rico ano. El guevo se deslizó hasta adentro.

- Haaa, vete a la mierda puta del coño! - gritó Julius evidentemente encabronado. Se escuchó ruido en la habitación y el portazo. había salido de la habitación.

- que ladilla ese guevón - dijo Martica - ahora si, cogeme duro cabrón.

Cagado de la risa, me agarré con furia a las caderotas y empecé a taladrar aquel culo divino. Las nalgas se abrían y rebotaban contra mi. Las azotaba a placer. La jalaba por los pelos de la nuca y la traía a mi. Le metía la lengua en la boca. Le pellizcaba los pezones. Le masturbaba el clítorix haciéndola chillar.

Martica extasiada rebotaba contra la puerta del baño, atrapada entre la puerta y mi cuerpo. No se aguantó más y tuvo un nuevo orgasmo. Yo tampoco podía más. Se lo saqué rápidamente y la obligué a girarse y ponerse de rodillas. Apenas pude contenerme hasta ponerle el guevo sobre la cara. Le embarré todo el rostro y el cabello de esperma. Le lancé algunos trazos sobre las tetas, y antes de que pudiese hacer nada le metí la verga aún erecta en la boca, para terminar de morir mi orgasmo entre sus labios.

Con bastante sigilo salimos de la habitación luego de asearnos. Martica tardó un poco porque tuvo que hasta arreglarse el cabello. Volvimos a la sala.

- Que pasó que estabas perdido? - preguntó George ofreciéndome una cerveza.

- Nada, después te cuento - dije.

Entre la gente vi como Martica y Julius se disculpaban por haberse gritado. Martica le daba un beso de lengua a su novio, sin dejar de mirarme y guiñando un ojo. Pero que rico se tira al ritmo del reggaeton.


Satirock

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Jasmine fucking al aire libre

Cuatro HotHot clips de la caliente colombiana Jasmine Byrne fucking a plena luz del día.
















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11/8/09

Orgía con Punkita

Este relato es la continuación de Orgía con mi prima la punkita.

Después de pensarlo unos instantes decidí regresar a la fiesta de los punks. Las residencias no estaban lejos, así es que esperaba que aún se encontrara allí la amiguita de mi prima Sarita y tener un segundo asalto sexual. A sus diecisiete años Sara tiraba muy bien, y bajo los efectos de las drogas y del alcohol como estaba, no sería nada difícil follármela nuevamente. El problema sería conseguirla desocupada, a estas horas ya algún avispado debió haberse percatado de lo fácil que es la chica.

Llegué a las residencias y subí hasta el octavo piso. El portero del apartamento me reconoció y me dejó pasar, no habían muchos treintones vestidos de rockeros en la fiesta. Al entrar noté que había menos gente, aunque la banda continuaba allí tocando.

Le pregunté a un tipo que tenía piercings en toda la cara por Sara. No sabía quien era. Se la describí. "Haaa, la putilla" dijo. Al parecer mis temores eran ciertos, ya Sara había delatado su estado de cachondes. El sujeto me indicó que entrara a "la cuevita". Me salí del salón y caminé por un pequeño pasillo que llevaba a los baños, antes de llegar a la puerta tenía que cruzar a la derecha. Así lo hice, y me tope con un punk mal encarado recostado a otra puerta. Pregunté que si era "la cuevita". El punk me dio la tarifa. Sino pagaba no entraba. Pagué.

La cuevita no era otra cosa que una habitación amplia y oscura, en los bordes y esquinas quiero decir, porque del techo colgaban dos reflectores potentes que proyectaban un cono de luz blanca hasta abajo. Dicho cono se perdía entre una muchedumbre de punks de todos los tamaños y colores, que hacían un círculo alrededor de algo. Canciones de Rammstein sonaban de fondo (estos no son punks nada). Como pude me abrí paso entre los tipos. Fue entonces cuando me llevé otra sorpresa más.

De rodillas y desnuda sobre una colchoneta, Sarita, la bella adolescente amiga de mi prima, chupaba la polla de un punk que permanecía de pie sujetándola por las orejas. Otros dos sujetos parados a cada lado, eran masturbados insistentemente por las manos expertas de la chica. Un cuarto punk, más viejo de todos, con chiva y cicatrices, sostenía una cadena que llegaba hasta el collar de perro que le habían colocado a Sara en el cuello. Por un momento no supe que hacer. Lo que si sabía es que me había sobrevenido una erección al ver aquello. Fue en ese momento que me di cuenta que todos los que estaban allí mirando, uno veinte o treinta tipos, se estaban masajeando sus respectivos penes.

El punk veterano daba jalones a la cadena cada cierto tiempo, separándola de las pollas que controlaba en ese momento. Esta acción indicaba que los tres tipos debían quitarse porque le tocaba el turno a otro trío. Así pues, vi como Sarita le chupo las vergas y masturbó a tres, seis, nueve, doce, quince tipos. Algunos se corrían en sus manos, a la mayoría no les daba tiempo de terminar. De los que pude ver uno solo terminó en su boca. A empujones me metí en improvisada cola. Cuando por fin me tocó no pude agarrar el puesto de la boca por la empujadera que se armaba, pero me agarró el miembro con la mano derecha, la misma con la que me había masturbado horas atrás.

Sara estaba muy ocupada en lo suyo, por lo rara vez volteaba a ver los rostros de sus amantes. Así que le tomé la mano y la hice apretarme con fuerza la paloma. Ella me miró sin soltar de sus labios la polla que estaba mamando. Sonrió levemente hasta donde el miembro se lo permitió, y me guiñó el ojo. Me masturbó con más fuerza. Estaba comenzando a tomarle gusto cuando el viejo la jaló. Sin tiempo de nada fui sacado por los que venían atrás. Tres nuevas pollas para la chica.

Estuve apunto de terminar de pajearme, porque había quedado con unas ganas inmensas de acabar, y sinceramente era un lío meterse en esa cola de punks cachondos. Estaba dándome durísimo cuando ví que algo cambió. Me acerqué y pude observar como a Sara le colocaban unos brazaletes de acero en las muñecas y en los tobillos. A su vez estos brazaletes fueron encadenados al piso. De manera que Sara quedó acostada boca arriba sobre la colchoneta, con los brazos y piernas totalmente estirados y abiertos, sus tetas y sexo quedaron totalmente expuestos.

El primero en montarse fue el punk veterano que la jalaba por la cadena y que al parecer era el líder del show. Le escupió el coño dos veces mientras se lubricaba el miembro. Se apoyó en sus tetas y de un solo empujón se la metió toda. Ella gritó. El tipo arremetía impasible y no le soltaba las tetas. La pajeadera de todos los que estaban allí era impresionante, algunos vociferaban insultos, la llamaban perra, puta, otros pedían que la partiera en dos, que la preñara, otros solo se masturbaban. En un momento el tipo aceleró tanto que fue evidente que estaba acabando dentro. Sara gritó de los embates violentos que este le dio. El punk se salió, se puso en pie y dio una señal.

Todos querían ser los siguientes, por lo que se armó una trifulca en un primer momento, empujones, patadas y coñazos, hasta que un avispado logró ponerse encima y la penetró de un envión. Otro grito. El tipo la cacheteo, con una mano se agarró a la cadera y con la otra a una de las tetas, y comenzó a taladrarla bárbaramente. No tardó mucho en llegar al final. Sacó la paloma en el momento final, un chorro de esperma cayó dibujando una línea imperfecta desde la vagina hasta sus senos.

El punk se quitó. Otra golpiza. Otro afortunado se ubicó y la ensartó. Este se sujetaba solo de las caderas y le daba rapidísimo. Mientras tanto algunos chorros de semen caían sobre Sara, departe de aquellos que no aguantaban y se corrían. El tipo termino en un dos por tres y le eyaculó adentro. Casi lo quitaron a jalones. Un punk fornido y moreno con un mohicano tomo el turno. Tenía la verga grande y gruesa. Sarita pudo ver lo que le venía. Por primera vez pidió que la soltaran, hasta ahora solo había gozado la orgía. El punk líder le dio dos cachetadas para que se callara y le hizo señas al que tenía al lado para que le metiera la paloma en la boca. El sujeto no espero dos pedidas y se colocó de cuclillas sobre el rostro de la chica, obligándola a darle una mamada. Mientras tanto el grandote apartó los labios vaginales con sus pulgares y comenzó a meterle su tranca.

Sara chillaba, pero sus gritos eran ahogados por la verga que tenía en la boca. Cuando por fin el grande estuvo totalmente adentro, pude ver como las lagrimas mezcladas con rimel negro descendían por las mejillas de la adolescente. Tuvo que apretar porque el tipo comenzó el mete y saca, durísimo y rápido como todos.

El de la mamada no aguantó y se pajeo sobre su cara, ensuciándola con sus leches. El grande alcanzó también su orgasmo, lo saco rápidamente y le terminó en las tetas y en la cara.

Cuatro o cinco tipos más le dieron por el chocho, entre chillidos, bofetadas, mamadas, insultos, escupidas, pellizcos y mordiscos. Cuando pensé que iba a poder tomar mi turno algo volvió a cambiar. Por ordenes del punk veterano Sara fue desencadenada. Un sujeto quitó la colchoneta y otro arrastró hasta el medio de la habitación un pequeño sofá de dos personas. El veterano me dio un empujón que me sentó en el sofá. Luego obligaron a Sara a montarse sobre mi verga. Yo se la acomodé y ella sola, con las rodillas a los lados de mis costillas se dejó caer, penetrándose.

En ese momento pude detallarla, estaba llena de moretones y mordiscos por todos lados, y ríos de semen le corrían por el cuerpo. Con la mirada casi le pregunté si estaba bien. Su respuesta fue la risita estúpida que me había brindado horas antes cuando fornicamos en la sala. Entonces supe que los estaba disfrutando.

Sara se agarró con fuerza a mis hombros y comenzó a subir y bajar las caderas con fuerza. Estaba disfrutando aquello cuando el punk veterano paró la acción. De pie, se colocó detrás de ella y la empujo hasta que Sara pegó su cuerpo totalmente del mío, de manera que sus nalgas quedaron más levantadas y expuestas. Dos escupitazos más, esta vez en el culo. El punketo empujó su miembro con fuerza. Esta vez el grito de Sara debió escucharse fuera de la habitación. Le habían roto el culo. El punk empujó nuevamente, una, dos, tres veces, hasta que por fin se la metió toda.

Terminado el sollozo de la chica. Comenzó el folleteo fuerte. Yo casi no me movía y la penetración no era muy marcada, ya que el ritmo lo llevaba el que estaba atrás de Sara. Ella me miraba a la cara con los ojos llenos de lágrimas, pero sonriendo. Alguien le apartó el rostro hacia un lado para meterle su tranca en la boca. Supe que el punketo líder terminó porque se salió y le dio dos nalgadas durísimas. Otro tomó su lugar.

Varios tipos se dieron gusto con el culo y la boca de Sara. Yo aguantaba porque como dije, aunque la tenía bien penetrada no podía moverme a gusto, además de que todos estaban pendientes de darle por las nalgas. De momentos sentía el chocho de Sara arder y líquidos empaparme más el miembro y las manos, le conté unos tres orgasmos.

Cuando el último tipo se bajó de su espalda y le terminó en los glúteos. Sara se repuso y comenzó a moverse con fuerza, como a manera de premiarme por haber estado allí tanto tiempo. El sube y baja violentísimo, rápido, furioso, el choque constante y sonoro de sus nalgas contra mis bolas, su culo lleno de semen salpicando, el plas plas fue demasiado. Me abandoné a un profundo orgasmo que alcanzamos mutuamente. Le inundé más de lo que ya estaba. Sara, agotada, se desplomó sobre mi.

Hubo unos instantes de silencio en la que permanecimos fusionados, quietos, en paz.

De pronto la música de Rammstein volvió a sonar durísimo. Entre cuatro tipos la agarraron y me la quitaron de encima. El grandote la cargó, él de pie y ella totalmente en el aire, él colocó sus brazos bajo las piernas de ella y la tomó por las caderas, ella se agarró al cuello y no tuvo más remedio que aceptar la embestida brutal. Otro grito. Un segundo punk se colocó por atrás y sin esfuerzo le penetró el culo mientras le separaba las nalgas. Así, entre los dos le daban y le daban, mientras eran rodeados por los que querían repetir, vergas en mano.

Yo me levanté, me subí los pantalones y me salí de esa habitación que apestaba a sexo, a culo, a semen, a monte, a whisky, a todo. Dejé a Sara en esa orgía interminable.

Mientras caminaba a casa pensaba en lo que me hubiese perdido sino decido regresar a ese apartamento. Tendría que, de ahora en adelante, estar pendiente de las siguientes fiestas.

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